El baile de ahora se mira en la arquitectura del pasado

Los edificios del pasado lejano son ahora formas acogedoras para la danza. El patrimonio arquitectónico suele pasar varias etapas, el abandono y el olvido preceden a su recuperación y puesta en valor. Con el tiempo, además, puede convertirse en capital social y cultural de múltiples usos para su entorno. L’Herència promueve en L’Hospitalet una nueva mirada sobre algunos de sus edificios más emblemáticos a través del flamenco. Una decena de propuestas escénicas y musicales de kilómetro 0 ocupan espacios singulares de la ciudad entre el 11 y el 19 de septiembre.

Me cuenta Josep María Solias, jefe de sección de Patrimonio Cultural y director del Museo de L’Hospitalet de Llobregat, que la ciudad cuenta con dos tipos de elementos patrimoniales: aquellos que forman parte de su pasado agrícola, de estilo renacentista o barroco, menos abundantes, y los rescatados de un pasado industrial muy rico. Entre estos últimos está el que fuera el complejo fabril Tecla Sala. Toma el nombre de la empresaria de Roda de Ter que lo compró en 1913 después de haber sido molino papelero y fábrica textil desde 1855. Su imponente fachada, la enorme chimenea o las naves de ladrillo vista dan una magnitud colosal al que es desde 1983 un centro cultural polivalente. Alberga la biblioteca central municipal, un centro de arte de primer nivel, sedes de asociaciones culturales y salas para diferentes usos. La empresaria, pionera por haber asumido el mando de un considerable entramado industrial, cultivó una parte social poco común en la época, preocupándose por abrir guarderías para los hijos de las trabajadoras o construyendo un centro educativo.